Ayer me topé con un pájaro, que temblaba, solo al pensar, en que sus alas fuesen cortadas; dañadas,...
Volaba bajo,a ras del suelo, porque venía de tierra lejana, y todavía le quedaba camino, hasta llegar a su nido, que tanto esfuerzo le había costado construir. Más la casualidad quiso que encontrara una rama, y sin pensarlo, se posó.
Creo que me enamoró aquel hermoso ejemplar. Su color azul intenso y su hermoso canto, hizo que deseara acariciarlo, mimarlo, "curarlo", cuidarlo, ..., amarlo. Sentir cada plumita suave, que cuando le acariciaba, me proporcionaba una inigualable sensación de paz, sus patitas, sus vivarachos ojitos, su piquito,...era tan precioso.
Lo acurruqué en mi pecho, y me senté bajo las estrellas.
Un penetrante el olor a rosas, hacía (si cabe), más agradable aquel momento. No me cansaba de acariciarlo, de mimarlo, de admirarlo, por aquel duro viaje que yo intuía que el había tenido que realizar, y a la vez pensaba en como podía ayudarle a continuar su camino, a pesar de que no veía el momento de separarme de el.
Cuando el pájarillo se encontró más agusto, su cantó tornó en más alegre, y el muy travieso, me daba pequeños y traviesos picotazos en mi mano y yo no podía paraba de reír, viendole juguetear.
Mi suave y tierno compañero, levanto el vuelo y se posó en lo que parecía una frágil flor, que con su peso, cayó al suelo.
El pájaro la tomo y la dejó caer sobre mis piernas, levantó el vuelo, y se marchó.
No se si lo volveré a ver, pero no me importa.
Ese día, ese momento, esa flor,..., no se marchitarían nunca, porque cuando uno abre su corazón de par en par y con tanta ternura,...ese momento... ES ETERNO.
A ti.
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