Llevaba más de 15 días, de la cama al sofá, levantándome solo para atenderles a ellos. De repente suena el timbre y aparecen los cuatro;
Luis; educado, responsable, vacilón, deportista,...un buen chaval.
Alberto; el que los cuida y pone firmes a todos con mucha ternura. Los más pequeños lo admiran, todos quieren estar con él. Madurez obligada. Una gran persona con gran corazón.
Paula; ni siquiera viene a clase este año. Es de las antiguas. Buena, dulce, amiga de sus amigos,...no se,...es especial.
Alba; también de las antiguas, la personalidad, el carácter, la decisión, pero a la vez la inocencia, la bondad,...hecha a si misma.
...con este hermoso Bonsai y una sentida tarjeta firmada por todos que me emocionó sobremanera. Lo cuidaré con el mismo mimo, con el que traté de aportaros mi granito de arena, cuando vuestros padres me brindaron la oportunidad de conoceros.
Lo más bonito de todo, es que no salen juntos. Cada uno tiene su gente, pero se juntaron para venir a verme en un día de sol en el que cualquier adolescente preferiría cualquier cosa antes que estar encerrado en casa. Además tuvieron la delicadeza de intentar coincidir con la clase de los pequeños, aunque se equivocaron de día.
¡Que majos, hombre!
Son unos jóvenes a los que quiero con locura, ya que su compañía esa tarde, fué un pilar fundamental en mi recuperación.
Ellos si son "adultos" y me quedo tranquila, sabiendo como sienten y sobre todo; como quieren.
Sois muy, muy grandes.
Os quiero un montón. Lo sabéis.
Contad conmigo ¡SIEMPRE! para lo que sea.
Gracias chicos
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